Hay unos 12 millones de españoles, lo que representa el 26% de la población, que viven en la actualidad en economía precaria, con ingresos inferiores a los 500 euros mensuales o incluso por debajo de los 300 euros mensuales.
No se le ve horizonte a la hipotética mejora de las rentas de estos ciudadanos, desde luego no en el curso del año 2012, que por lo general se considera va a ser un año más complejo y difícil en lo económico que el que estamos a punto de cerrar.
Si la situación social del país es ya en la actualidad, con cerca de 5 millones de parados y una economía estancada, claramente dramática, imaginar lo que será dentro de un año resulta escalofriante.
Hay una tenue esperanza de que, con el cambio de Gobierno y la llegada de dirigentes con nuevas ideas, las cosas no vayan a peor, que se produzca un giro en las políticas y en el ánimo de la gente. Pero cabe dudarlo, o quizás albergar expectativas remotas, ya que a corto plazo los nuevos gobernantes parecen obligados a rematar las tareas pendientes que ha dejado el Gobierno Zapatero que, en lo económico, son muchas y casi todas orientadas en la dirección unívoca de la austeridad.
De entrada, el déficit público es una limitación muy seria por razones fáciles de explicar: el déficit hay que financiarlo mediante emisión de deuda y cuanto más alto sea el déficit y más elevada sea la conciencia de los inversores de que España no controla su economía, más caro va a ser pedir crédito. Lo que se traducirá en una espiral de deuda sin que el problema de origen, la pobreza colectiva, se resuelva. Más bien tenderá a empeorar.
Los apóstoles de la economía solidaria están clamando en los últimos meses por una estrategia económica más agresiva, es decir, acabar de una vez con los recortes y poner en marcha políticas y actuaciones orientadas al crecimiento. Es una bonita idea con un envoltorio atractivo, pero desgraciadamente carente de base y de lógica.
Lanzar la economía hacia al crecimiento implica gastar más. Y ahora mismo, dada la modestia de los ingresos fiscales, gastar más es aumentar el déficit. En la contabilidad hay pocos milagros. Por eso, la primera regla que tiene que aplicar la economía española ahora mismo es respetar un cierto equilibrio entre lo que se gasta y lo que se ingresa.
Nos hemos comprometido con la Unión Europea a respetar este año un déficit del 6% sobre el PIB, que en el año 2012 debería bajar al 4,4% del PIB, siempre en números rojos, pero con la secreta esperanza de que si cumplimos ambos compromisos, habrá financiación adecuada en los mercados para que la economía no decaiga aún más. Por desgracia, el 6% del PIB para el año 2011 no lo considera factible casi nadie.
En el mejor de los casos se habla de un 7%, lo que será bastante negativo para nuestro horizonte financiero durante el año próximo, en el que tendremos que soportar previsiblemente altos tipos de interés, que habrá que devolver en los próximos años.
El horizonte de lucha contra la pobreza se presenta por lo tanto como altamente complicado. Estos días han salido algunas propuestas que podrían contribuir a suavizar el problema del desempleo, en concreto la que nos han recomendado desde un organismo internacional y que el presidente de la patronal ha aireado como posible fórmula para arañar algo de dramatismo a las cifras del paro: los mini empleos con 400 euros de salario, es decir, por debajo del salario mínimo, que para este año 2011 era de 641 euros mensuales.
La propuesta ha sido inmediatamente rechazada por los sindicatos porque es un salario de miseria y resulta inaceptable para algunas organizaciones. Quizás habría que preguntarles a muchos parados que han dejado de percibir la prestación por desempleo si estarían dispuestos a trabajar por esa cantidad.
También habría que ver cuántos empleos de este tipo, de tan bajo coste, podrían aparecer en el país, ya que no por mucho bajar el coste de la mano de obra va a aparecer empleo nuevo de forma inmediata. Cuesta mucho reconocer que el país se ha empobrecido y nadie quiere renunciar a su nivel de ingresos.
El resultado es que cada vez hay menos españoles con ingresos y cada vez menos con nivel de ingresos propios del pasado.España tiene la tasa más alta de paro de Europa, un 20% de la población activa y se mueve rumbo al 22% o incluso el 23%, algo insospechado en los países desarrollados europeos. En estas condiciones, alguna forma habrá que buscar para aliviar el problema. Lo que no parece aceptable es que una tras otra, todas las propuestas que van apareciendo sean rechazadas.
Un país que tiene una tasa de paro triple que el resto de su entorno debería tener una mayor flexibilidad para romper moldes y ensayar nuevas fórmulas en la búsqueda de empleo. En cualquier caso, el año 2012 se perfila como dramático.Autor: Primo González
Fuente: Blogs República