Cuando más agricultura y ruralidad necesita el planeta, la clase política apuesta por casinos. Nos posicionamos en contra del nefasto proyecto de Eurovegas, a la vez que nos avergonzamos de quienes lo promueven.
Por David Sánchez Carpio de Eurovegas No Madrid; Sergio Salas de Los Monegros no se venden; y Fernando Daniel Saz Corcho de Aturem Eurovegas
Los juegos de azar guardan varias similitudes con el manejo que actualmente hacemos de nuestras materias primas y alimentos, o al revés, la actividad especulativa que caracteriza hoy en día a los mercados mundiales de alimentos parece imitar perfectamente las apuestas que se dan en la ruleta o el Black Jack. Y ninguna de estas dos actividades contribuye al desarrollo local ni al bienestar de las personas. ¿Aceptamos entonces en nuestros territorios proyectos como la instalación de Eurovegas?
De la burbuja inmobiliaria a la ruleta rusa
España fue hasta hace tres años líder europeo en construcción de patrimonio inmobiliario. Entre sus múltiples consecuencias, tantas casas hechas o por hacer, también ha contribuido a desorganizar los sistemas agrarios, subiendo el precio del suelo agrario al tiempo que las demandas en recursos y residuos, en extracciones y en vertidos, extiende la “huella” de deterioro ecológico.
Con ese ‘motor económico’ paralizado aparecen ahora macroproyectos en el Estado español que, con la misma y equivocada lógica ? explican?, sacarán al país de la crisis y nos permitirá cumplir con las exigencias que vienen de Bruselas y con un panorama político dominado por el neoliberalismo.
La propuesta de construir un complejo turístico dedicado al juego, Eurovegas, en el Estado español, tiene varios pretendientes: Alcorcón y Valdecarros en Madrid y el Delta del Llobregat en Barcelona, como candidatos principales, aunque empresarios de Canarias y de Castellón están también ofreciendo terrenos para atraer el proyecto.
El proyecto Eurovegas es un macrocomplejo de ocio y juego que incluye casinos, hoteles, resorts, casas de apuestas, centros de ocio y convenciones y campos de golf. En concreto, por la poca información que se va filtrando a través de la prensa, sabemos que incluiría 36.000 nuevas plazas hoteleras, 6 casinos (con 1065 mesas y 18.000 máquinas recreativas) y tres campos de golf. Su intención es atraer 10 millones de nuevos turistas a la localidad “agraciada”.
Para ejecutar esa inversión, las exigencias del magnate Adelson, uno de los mayores donantes del ala más a la extrema derecha del Partido Republicano en EEUU, conllevarían cambios radicales en nuestro ordenamiento jurídico, fiscal y ambiental: cambios en el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Extranjería para “flexibilizar” relaciones laborales; exención de cotizaciones a la seguridad social durante dos años y de todos los impuestos estatales, autonómicos y locales, además de ventajas fiscales durante 10 años; o cambios en las leyes del Impuesto de Sociedades y del IRPF, del Juego y del Impuesto sobre Actividades Económicas.
Impactos en nuestra agricultura
Como hemos mencionado, el boom inmobiliario en España supuso un problema para el acceso o tenencia de tierras de cultivo en manos del campesinado. Un proyecto de estas características seguiría la misma lógica: expropiación de tierras campesinas o rústicas para usos urbanizables, e indirectamente una presión sobre los precios de los terrenos dedicados a usos agro-ganaderos del entorno.
Podemos pensar que estos complejos turísticos a gran escala requerirán grandes cantidades de alimentos para sus clientes ofreciendo alguna opción al campesinado local. Pero no, los hoteles y restaurantes reclaman productos estandarizados y en cantidades que no es posible abastecer desde el ámbito local por lo que –sabemos- no tienen reparos en importar alimentos desde zonas muy lejanas y a un precio lo más barato posible mostrando a su vez un completo desprecio por las consecuencias asociadas que eso comportaría.
En el caso de Catalunya, las tierras del Delta del Llobregat, anheladas por el Casino, se corresponden a Parque Agrario del Baix Llobregat, que consta de una superficie agraria utilizada de 4.708 hectáreas en la que trabajan 1.200 persones conformando uno de los territorios de uso agrario más antiguo y significativo como fuente de alimentación de Barcelona.
Ciertamente, la especulación, la continua expansión urbanística, al igual que el modelo alimentario imperante le da mucho más valor como ejemplo y como resistencia. También el Delta del Llobregat es una red de espacios protegidos con una gran diversidad biológica. Para las aves acuáticas, se trata de espacios muy importantes ya que se encuentran dentro de su ruta migratoria, desde el norte de Europa de camino hacia África.
En el caso de Madrid nos encontramos en una región cuyo declive agrícola ha sido una constante en las últimas décadas. Como gran región urbana los usos de la tierra han encontrado otras opciones son más rentables y la agricultura ha quedado relegada a un exiguo 0,13% del PIB madrileño.
En un contexto de cada vez mayor demanda de alimentación local, agroecológica y de tierras para cultivar por parte de nueva población, la apuesta por un modelo como Eurovegas ahondaría en los procesos de urbanización, destrucción del territorio y de la Soberanía Alimentaria de las últimas décadas; e impediría que en esas zonas surgiesen nuevos proyectos agrícolas.
En resumen, un despilfarro ecológico para el disfrute de unas pocas personas que discrimina, cuando más las necesitamos, economías sostenibles basadas en la agricultura con fines tan importantes como la alimentación de la población. Eurovegas y capitalismo es pasado.
OTROS IMPACTOS
Además de la ocupación de valiosos terrenos agrarios, Adelson exige la construcción de una gran cantidad de infraestructuras de acceso al complejo, que deberían correr a cargo de las mermadas arcas públicas. En el caso de Alcorcón, por ejemplo, se habla de una estación del AVE (200-300 millones de euros), otra de metro y cercanías (unos 159 M €), nuevos accesos por carretera (70 M€) y la ampliación de aeropuertos para albergar pistas privadas (100-250 M€).
El complejo requeriría también una demanda de 9,5 Hm3 de agua al año, el equivalente a una población de 110.000 habitantes, como Ourense, o al caudal ecológico de un río como el Jarama.
Según los cálculos de las Plataformas opositoras al proyecto, el complejo generaría 160.000 Tn de residuos al año, lo que aumentaría un 7,35% la cantidad de residuos generados en Madrid, por ejemplo, si se realiza allí el proyecto. Esto requeriría la construcción de nuevas infraestructuras para su gestión.
Otro aspecto es la demanda energética. Tan solo con el consumo eléctrico de las 18.000 máquinas tragaperras se abastecería a una ciudad como Ciudad Real; y la demanda de energía del todo el macroproyecto sería equivalente a la de una población de 676.000 habitantes, aproximadamente como Zaragoza.
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