Las dos Españas de Machado vuelven a estar de nuevo en el escenario de esta tragicomedia que es la política española.
La casualidad las ha querido poner juntas una vez más, y de nuevo, en la dimensión de su realidad permanente; La que jode y la jodida, la indigna y la indignada, la de cerrado y sacristía y la del cincel y de la maza. Y como no podría ser de otra manera, la una sobre la otra, la victoriosa sobre la sometida, la venganza frente a la reconciliación.
Por un lado, ha muerto Fraga Iribarne, o Don Manuel, para los amigos. El gran camaleón capaz de camuflarse hasta confundirse con lo contrario de lo que era y engañar a cualquiera, con la condición de que no hubieran tenido la desgracia de haberlo conocido o tratado en persona.
El mismo que informó fríamente de la ejecución de Julián Grimau, o amenazó al padre del estudiante Enrique Ruano, “suicidado” por la policía, con detener a su otra hija si no cesaba en sus protestas.
El inventor de una ley de prensa que permitía la censura a posteriori, y que logró la dimisión de Miguel Delibes como director del diario “El Norte de Castilla”, el secuestro del diario ABC en 1966, y dos años después el del “Diario de Madrid”, que sería cerrado en 1971, y su edificio volado.
El creador de la frase “la calle es mía” como Ministro de la Gobernación en el primer gobierno después de Franco, después de vapulear a los manifestantes del 1º de Mayo, el responsable de la entrada de la Policía Armada (actual Policía Nacional) en la iglesia de San Francisco de Asís de Vitoria a tiro limpio, con el resultado de5 muertos y más de 100 heridos, o de los “sucesos de Montejurra” con dos muertos y varios heridos.
Le cabe el muy discutible honor de haber logrado que el franquismo siguiera vivo, reformándolo y lavándole la cara en la época de la famosa Transición, logrando imponer la reforma en contra de la ruptura del antiguo régimen, esa gran mascarada carnavalesca representada para todos los españoles, y de cuyos polvos se derivan los actuales lodos.
Uno de los “Padres de la Constitución”, fundador de “Alianza Popular”, heredera del franquismo sociológico, y partidarios de una democracia de corte europeo con unas autonomías regionales limitadas y que frenasen el marxismo y el separatismo, que ante su descalabro, pasaría a ser en 1989, el actual “Partido Popular”, presidido inicialmente por él y posteriormente por José Mª Aznar, pasando Fraga a Presidente de la Xunta de Galicia.
En la llamada Transición se pudo optar por la ruptura, pero no se hizo, a pesar de que el Pueblo lo pedía.
Pues bien, este “caballerete”, por decirlo en palabras suyas, con una hoja de servicios a la Patria tan brillante, y sobre todo, democrática, ha muerto el pasado día 15 de Enero, en la cama, y sin haber sido juzgado por crímenes contra la Humanidad, y aparte de llorarle sus familiares y allegados y aplaudirle los militantes y simpatizantes de su partido, casi todos los medios de comunicación –salvo raras y muy honrosas excepciones- han cantado y elogiado su figura, han convertido su vida en un panegírico, no han escatimado alabanzas hacia su persona, como lo hace un lacayo o un siervo ante su señor.
Pero ni uno, ha dicho la verdad ni ha querido contar su historia.
Si el día 15 se ha muerto Fraga sin ser juzgado, el 17, se ha sentado en el banquillo de los acusados el juez Garzón, en este caso, por destapar y perseguir, no la corrupción política, sino la corrupción de esa derecha de siempre, la heredera del franquismo a la que el señor Fraga tanto ayudó a seguir viva y mandando, y que siguen creyendo que pueden hacer lo que les venga en gana, del mismo modo que un vencedor lo hace con el vencido.
Porque ellos siempre han estado donde están y han hecho lo que están haciendo, porque pertenecen a una casta superior, la casta política, pero la de los “hombre de bien”, que la otra ya fue “limpiada” tras el “Glorioso Alzamiento Nacional”, y que por eso, no van a permitir que se hable de la “memoria histórica” en forma diferente a como ellos la han escrito, y para demostrarlo, también juzgarán al mismo juez por el“delito” de intentar esclarecer los hechos.
Y para rematar este esperpento, los jueces que le juzgan por prevaricación, son – aparte de prevaricadores y parciales – los mismos que aceptaban firmar sentencias de muerte por órdenes superiores, sin un mínimo sentido de la ética ni de la justicia. Vergüenza y ridículo para la justicia española, ultraje y afrenta a la Justicia.
No nos llamemos a engaño; las dos Españas siguen en sus sitios respectivos. La poderosa, la de las calvas venerables y católicas, esa España vieja y tahúr, la que nunca ha sido, continúa con la bota puesta encima de la cabeza de la España redentora, de la rabia y de la idea, de la que no han dejado ser.
No es que nos separe nada, es que la España privilegiada no está dispuesta a perder sus prebendas.
Fraga aglutinó en su partido al franquismo sociológico y sus mejores ideólogos e intelectuales.
La eterna España, no puede perdonar a Garzón que haya intentado hurgar en sus “negocios”.
Autor: Carlos Galeon