
El poder financiero siempre ha encontrado un atajo para resolver sus problemas sin prestar atención si el remedio que proponen es peor que la enfermedad que afligen. Salvar bancos, indiscriminadamente, no es la solución: no se salvan los bancos y se acaba hundiendo el país. A toro pasado se puede decir que se optó por la peor solución, o dicho de otra manera: unos bancos se salvan al cobrar una parte de sus enormes meteduras de pata de prestar dinero
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