
Poco duró la vida normal del Parlamento constituido después de la victoria del 16 de Febrero. La agresividad de las fuerzas derrotadas iba en aumento, a medida que veían consolidarse la unidad de las izquierdas y fortalecerse su voluntad de dar impulso a la revolución democrática que la confabulación reaccionaria durante el bienio negro había paralizado. En el campo y en las ciudades se sentía el enrarecimiento del ambiente.
Los sangrientos sucesos de Yeste, en los que
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